Mostrando entradas con la etiqueta arequipa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta arequipa. Mostrar todas las entradas

domingo, 22 de agosto de 2010

Escalada al Volcán Misti-Arequipa




"Nuestras glorias y nuestras tristezas dejan de ser importantes. Aquello que conquistamos o perdemos queda abajo. Desde lo alto de la montaña, tú ves cómo el mundo es grande y los horizontes, anchos".
La Quinta Montaña, de Pablo Coelho.

Si alguien, alguna vez, me hubieran preguntado si escalaría el volcán Misti, en Arequipa, simplemente habría respondido que sería sólo en mis sueños.
Pero el destino, impredecible como siempre, se encargaría de darme la oportunidad de hacer tremenda hazaña en mi viaje de vacaciones a esta bella ciudad.

La idea de realizar esta aventura comenzó a dar vueltas en mi cabeza desde el momento que observé que las agencias de turismo ofrecían este servicio a los visitantes. Durante días busqué la mejor y más segura oferta para realizar la escalada al volcán tutelar de esta ciudad. Confirmé la salida y listo el equipo fui a mi hotel a descansar para salir temprano por la mañana y realizar la prueba de esfuerzo físico y metal que ningún capitalino pudiera imaginar.

El ascenso al volcán comienza a los 3,200 msnm., una camioneta nos llevó hasta la Reserva de Salinas y Aguda Blanca cerca al pueblo de Chiguata. Cargando una mochila con el equipo y las provisiones que hacen un total de 14 kilos iniciamos el recorrido, doce montañistas acompañados de tres guías.

La meta en esta primera parte del ascenso es llegar hasta el nido de águila, un campamento base a los 4600 m.s.n.m., hasta allí la caminata tiene una duración aproximada de 6 horas cuesta arriba, con un sol ardiente sobre las cabezas, por un sendero duro, rocoso y en algunas partes muy polvoriento, donde crece el ichu y otros arbustos de aspecto triste y espinoso.

Agotado por el extremo calor del mediodía, el peso de la mochila, lo duro de la cuesta, con sed y músculos adoloridos llegamos al campamento base aproximadamente las 5 de la tarde. Nos preparamos para pasar la noche en este "balcón", desde el cual la ciudad de Arequipa se aprecia en toda su extensión. El frió (5 bajo cero) y el viento nos hacían temblar, así que nos vestimos con la ropa térmica, mientras los guías preparaban la cena (tallarín y mate caliente).

Al promediar las 7 de la noche, y luego de cenar nos ordenaron ir a dormir. Dentro de las tiendas el menor esfuerzo te acelera el pulso y la respiración por lo reducido del espacio. ¡Todos a levantarse!, gritó Aldo, uno de los guías, "los que tengan dolor de cabeza o nauseas, se quedan! 3 a.m. provistos de linternas iniciamos el último tramo del ascenso que tardaría 6 a 7 horas, por una zona rocosa, donde algunos de nuestros compañeros fueron vencidos por el cansancio, el frío y la altura.

Luego de tres horas de escalar camino al cráter del volcán, y bajo los rayo de un sol que alumbra pero no calienta, el cansancio se siente en el cuerpo, la baja temperatura hace que el agua se congele, haciendo necesario golpear las botellas contra la roca para licuarla y beberla lentamente, entibiándola en la boca antes de pasarla, las barras de chocolate necesarias para energizarte y contrarrestar el frío se congelan, volviéndose duras como tabillas de madera.

Tras seis horas de caminata, soportando frío y cansancio, llegamos hasta la cumbre, Teodoro el guía de vanguardia, dio el aviso gritando, "Muchachos coronamos el Misti, pueden abrazarse, gritar y llorar si quieren", me sentí emocionado, el dolor que sentía en el cuerpo desapareció, miraba a mi alrededor, llegamos seis, todos sonreían nerviosamente; nunca había subido a un lugar tan alto, la ciudad casi había desaparecido de mi vista bajo las nubes, a los lados, el volcán Chachani y Pichi Pichu nos saludan, reconociendo nuestro esfuerzo.

La cruz de hierro sobre la cima del Misti está cubierta de nieve, el cárter del volcán, esta caliente y en su interior, se puede apreciar como los vapores salen de entre una masa de color verde amarillo, mostrando su actividad. Por espacio de media hora recorrimos la cima, fotografiamos, filmamos el cráter y su interior. Algo recuperados del cansancio, iniciamos el descenso por una ladera muy empinada de suelo suave y resbaladizo, compuesto por grava y ceniza que hacia nuestro descenso muy rápido, pero riesgoso a la vez porque si pierdes el equilibrio acabarías rodando sin control hasta el final de la ladera, molido por las piedras que se encuentran escondidas bajo la ceniza.

Acompañados de nuestro guía, regresamos al campamento base para reagruparnos con los compañeros que no pudieron llegar hasta la cima, recogimos nuestras mochilas y emprendimos el camino de regreso, sonrientes y satisfechos con la experiencia. En la base del volcán, en la reserva de Salinas y Aguada Blanca, punto de inicio de nuestro ascenso, la movilidad estaba lista para llevarnos de regreso a la ciudad, con abrazos, intercambiando correos y números telefónicos, nos despedimos de nuestros compañeros con la promesa de volver algún día y escalar nuevamente el apu tutelar de esta bella ciudad llamada Arequipa.