domingo, 17 de noviembre de 2013

LOS MISTERIOS DEL CONVENTO DE SANTO DOMINGO (Lima)

Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres, fueron figuras religiosas contemporáneas que vivieron en Lima colonial del siglo XVII. Y acerca de este tema ¿puedes imaginar verlos caminar juntos, como buenos amigos, sonriendo y conversando una tarde con sol, por las mismas calles de Lima, que nosotros recorremos ahora? o ¿Intercambiando recetas curativos por los pasillos del convento de Santo Domingo, a la par que discutían sobre temas de fe? Sépalo, eso pudo ser posible.


Isabel Flores de Oliva nació en la ciudad de Lima, un 30 de abril de 1586, en el humilde hogar de Gáspar Flores y María de Oliva. Su infancia se desarrolló como el de cualquier otra niña común y corriente, jugando bajo la amorosa pero atenta mirada de su madre.
En otro lugar de la ciudad Martín, un niño mulato de 8 años, hijo de Juan de Porres y la esclava liberta Juana Velásquez, con una amplia sonrisa y mostrando alegría en sus labores diarias corre veloz por las calles llevando en una cesta, las compras hechas en el mercado.

La vida transcurre lenta y sin prisa en la ciudad colonial, la joven Isabel Flores de 20 años decide tomar los hábitos como terciaria (usando el hábito de la orden dominico), dedicaba las mañanas a la oración y al trabajo manual (para aliviar en algo los gastos de su familia) y por la tarde en una habitación de su propia casa que fue habilitada como enfermería, auxiliaba y curaba a los enfermos y menesterosos con remedios que ella misma preparaba. En esta incansable labor, la joven limeña vivía su anhelo de servir a Dios, dando muestras de santidad.

En cambio para el joven Martín la vida no era nada fácil. A los 15 años ingresó como “donado” a la orden religiosa de los dominicos, por ser hijo ilegal, realizó las labores más humildes durante 9 años, hasta que fue admitido 1603 (tres años antes que Isabel), como hermano en la orden de Santo Domingo de Guzmán.

En el convento ejerció como barbero, ropero, sacamuelas y enfermero, destacando en esta última labor por sus amplios conocimientos, pues tomaba el pulso, vendaba, entablillaba huesos rotos, sangraba, suturaba, además sus conocimientos en herbolaria, le permitían cultivar plantas para luego preparar remedios. No sería nada extraño que compartiera sus conocimientos con Rosa, pues desempeñaban la misma labor pero en distintos lugares.


Pasillos del Convento de Santo Domingo de Guzmán


Cripta de Isabel Flores de Oliva (Santa Rosa de Lima)


Tumba de Martín de Porres Velásquez (San Martín de Porres)


Durante años la sacrificada e interminable labor de ayuda que Rosa entregaba al prójimo, terminan quebrantando su salud. La piadosa devota luego de llevar una corta pero fructífera existencia dedicada a su fe, murió el 24 de agosto de 1617, a la edad de 31 años, afectada por una aguda hemiplejia. Su amigo Martin de Porres (tenía 38 años cuando falleció) se consolaba al saber que la “flor más bella de su huerto” partía al encuentro del “amado esposo” al que dedicó fielmente sus oraciones (Dios).

Para Fray Martín, las historias y relatos acerca de sus milagros fueron creando un ambiente de misticismo entorno suyo. Pues decían que podía atravesar puertas, levitar por los aires, mover objetos e incluso ser visto en dos lugares distantes al mismo tiempo, cumpliendo su labor de enfermero.
Cerca a cumplir los sesenta años, Fray Martín de Porres, cae enfermo y anuncia que ha llegado la hora de encontrarse con el Señor. Fallece el 3 de noviembre de 1639.

Santa Rosa de Lima fue canonizada el 2 de abril de 1671 por el Papa Clemente X y San Martín de Porres el 6 de mayo de 1962 por Juan XXIII . Ambos compartieron la misma fe, amaron al mismo Dios y al prójimo como a sí mismos. Fueron sepultados la Basílica de Santo Domingo, Rosa en una cripta subterránea y Martín en la misma enfermería donde trabajo toda su vida.

Visitas al Convento de Santo Domingo
Jr. Camaná y Jr. Conde de Superunda (Centro de Lima)
Horario de atención:
De Lunes a Sábado de 9.00 a.m. a 13.00 p.m.
y 15.00 a.m. a 18.00 p.m.
Público en general S/. 5.00 soles.
Estudiantes S/. 3.00 soles
Niños: S/. 1.00 sol

sábado, 24 de agosto de 2013

STARGATE: LA PUERTA A LAS ESTRELLAS ESTÁ EN PUNO-PERÚ

En 1928 el profesor Langford descubre una misteriosa puerta muy cerca de las pirámides de Giza, Egipto, la cual, luego de ser estudiada, resulta ser un corredor de gusano que conduce hasta el otro extremo del universo desconocido.
Así comienza la película de ciencia ficción, Starget (Puerta estelar, 1994), la cual dio comienzo a una saga de programas de sci fi, que fueron un éxito televisivo a finales de los `90.

Sin embargo, nadie imaginó que en nuestro país existiera desde tiempos antiguos una “Puerta estelar”, ubicada a 32 km de la ciudad de Puno, en una zona rocosa llamada “Caballo cansado” o Aya Marka (Pueblo de los espíritus), al margen derecho de la carretera, en el tramo que une los distritos de Ilave y Juli.

Tallada en la roca de la montaña, esta misteriosa puerta tiene aproximadamente 5 metros de alto por 8 de ancho, además de una pequeña puerta al centro, que curiosamente está tallada a la estatura de un morador andino. Según la tradición inca, los chamanes utilizaban esta puerta para viajar a lugares muy lejanos para obtener el “poder”.

Los sacerdotes a determinada hora del día, mediante un ritual secreto, invocaban los poderes de la puerta para así lograr abrirla, ingresar a su interior, viajar en corto tiempo a lugares muy distantes y regresar luego con un objeto que servía para curar distintas enfermedades.

Este solitario y alejado lugar pasa desapercibido, la información que se tiene es muy escasa, como si quisieran mantenerla en secreto. Los pobladores del lugar afirman que los conquistadores españoles fueron quienes la llamaron “Puerta del Diablo” por los fenómenos extraños que ocurre en determinadas épocas del año.

En cambio otros, le adjudican poderes especiales. Cuentan que los músicos de las poblaciones cercanas visitan de noche este lugar y realizan ceremonias, donde ofrecen sus instrumentos al Apu que mora tras de la puerta, para que los afine y les dé el poder de interpretarlos magistralmente.